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Favor, un asiento

“¡Un asiento para una embarazada, por favor, alguien tiene que dignarse y ceder el asiento!”. Esa fue la frase de buenos días de un caballero a las 7:45 de la mañana de un sábado en la línea dos del Metro de Santo Domingo.

Todas las mañanas, tardes y noches es la misma suplica para un niño o un envejeciente cuándo abordan uno de los vagones del referido transporte público, al que todos ingresamos con el mismo derecho de 20 pesos dominicanos.

Que poseamos el mismo derecho de los 20 pesos, no quita que la cordialidad y buena costumbre la botemos al zafacón, junto al papel que nos entregan en la boletería del Metro. Ceder el asiento es un acto de empatía, sobre todo si consideramos que con una pegatina algunos asientos del mismo transporte tienen en letra mayúscula “Es obligatorio ceder estos asientos a personas que merecen una atención especial”, con imágenes alusivas.

Este debe ser uno de los temas que más cansados como sociedad debemos tener. Su agotamiento o agobio aún no ha proveído de sentido para hacer lo propio cuando alguien en su saludo utiliza la petición, y en ocasiones ruego, para así tener acceso al asiento.

¿Las mujeres? Expertas en indiferencia y como miembro del género me apena y avergüenza que sean ellas las más afectadas con que no nos cedan un asiento. Somos las más indiferentes, siempre cansadas cuando ingresa una embarazada y siempre desentendidas cuando entra una anciana, increíble.

Hablar de los jóvenes es caer en el cliché de siempre: “la juventud de ahora ha perdido las costumbres”, al parecer la nueva camada siempre está escuchando música, dormitando o con todo el orgullo del mundo, decide pasar de ceder el asiento a quién lo solicite o por quién sus ojos vean un clamor sin pedirlo, para realizar el recorrido sentado.

Señoras y señores: la cordialidad, el respeto y la solidaridad, siempre serán mejores amigos de las buenas costumbres y vida en comunidad, ceder el asiento no te quitará nada, por el contrario te llenará ver el rostro y palabras de agradecimiento de quien es beneficiado y sobre todo, las bendiciones y palabras afectivas de la abuelita o abuelito a quien acomodaste por un rato.

Se que muchos ya están cansados de las predicas del metro (tema muy extenso, que no tocaremos), pero hagan uso de ellas, así sea con el ejemplo de buenos cristianos.

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